lunes, 13 de agosto de 2012

"EL ECO" Por Gines Mulero Caparros


<< Cuando la mariposa de luz enlagunada en una vasija con aceite se apagó, dejando caracoleando en la penumbra, un humito blanco, tenue e hipnotizante, al tiempo, la Madre Teresa de Calcuta batía con su último latido, no sólo el reconocimiento y la caridad y la bondad y la ternura y el amor que llegaba a las antípodas, sino que además remeció en conmoción laudatoria, como epilesia beatífica, como vibración última del cuerpo, como primera del alma, como paradigma y terremoto, al mundo entero, ero, ero, ero.  >> Gines Mulero Caparros

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