martes, 28 de agosto de 2012

"Pequeñas modificaciones pueden ocasionar grandes cambios positivos en la humanidad" Por Cala Nevado Cerro


Detrás de mí, ella vestía su cuerpo delgado con una rebeca celeste, e imponía su presencia generosamente.  Su pequeña estatura se agitaba compulsivamente, como si el gozo de la mejor diversión quisiera apurarlo. Ese rostro fresco, y abundante de color, le dirigía su voz y sus brazos; escurriéndolos  por todos los rincones que le separaban de él. Este, cada vez más abatido e intranquilo, se debatía con su centro de gravedad, para no aplastarme en su caída.
Vi que era  su hombre. A juzgar por el parecido con los chicos. La misma fuerza en la mirada; la misma ansiedad reflejaban las pupilas del africano, que las oscuras y profundas expresiones de los cuatro chicos.
Afortunadamente conseguí abandonar gustosa el protagonismo del momento. Complacida, ante la increíble visión de numerosas manos agitadas, bocas, lágrimas, risas, sollozos, cuerpos… formando una gran esfera, que rodaba, y rodaba por los suelos de Ciudad del Cabo. Contemplé algo que salía despedido y que llegó a mis pies. Era un librito pequeño, muy gastado. Desde mi altura podía leer en su pasta marrón “Pasaporte” impresionada lo recogí, y de un vistazo husmee en sus páginas: Nacionalidad: Surafricana. Lugar de nacimiento: Ciudad del Cabo Nombre: Tahifa. Edad: 41 años. Visado en: Ciudad del Cabo- Madrid- 6 de Enero de 2000 Con curiosidad aparente, seguí leyendo el matasellos de la página siguiente y visado en: Madrid- Ciudad del Cabo –14- de Febrero de 2012. Esto me hizo comprender… Dieciséis años después, Tahifa volvía a reunirse con los suyos. Continuaban siendo igual de pobres y de familiares.  
Cala Nevado Cerro.

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