<< La alejaron las construcciones que el hombre había hecho en el bosque. La osa tomó distancia del lugar, y se marchó a las cercanías de la montaña. También la naturaleza hacía su llamado, la osa debía hibernar. En la próxima primavera, entonces enflaquecida y con hambre, pariría a sus cachorros.
Pero ahora estaba rozagante y fuerte para soportar la larga estancia en ocasión del invierno. Cerca de la montaña, buscaría alguna cueva que le satisficiera. Más tarde, no encontraba el lugar adecuado y siguió más arriba, hacia los glaciares. La osa gruñía con cierta exasperación. Nada le brindaba el lugar oculto y tibio que la protegiera.
Después olfateó una pequeña pared de hielo que cubría una cueva. Con sus fuertes garras, trozó el hielo, adelgazado por los tibios inviernos de años pasados.
Así, cuando la pared de hielo cayó, se adentró en la cueva, dio media vuelta en el pasaje. La osa echó un vistazo. Le pareció perfecto estar alejada de la luz y el frío, y que estuviera cerca la entrada. Dio unas vueltas y se acomodó. El proceso inició en su cuerpo, minutos más tarde, la osa respiraba con lentitud.
Dos días después, una noticia inexplicable daba la vuelta al mundo. El alud se había generado de un momento a otro y sin previo aviso, sepultó a una pequeña ciudad en el valle, al otro lado de la montaña. >> María Isabel Galván Rocha
Isabel Galvan, te felicito por tu obra, me encantó y has explicado con mucha tecnicismo, esa noticia desagradable... ha sepultado todo... la naturaleza nos da lecciones para reflexionar.
ResponderEliminarGracias...espero que el vuelo de la mariposa, la osa en el camino, asi como muchas situaciones no debieran ser perturbados, como nosotros lo hacemos
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