jueves, 30 de agosto de 2012

"LOS SIETE INFANTES DE LARA" Por José Ignacio Señan Cano




Sentado junto a las tapias del Monasterio, Federico sacó su iPad de enorme pantalla táctil y comenzó a escribir un mensaje:
  "pq? no hs cntstdo mi msj. t exo d -. ntp, ns vms mñn. tkm."
No muy lejos de él, paseando alrededor de la huerta, un anciano Gonzalo de Berceo observaba al joven, que frenéticamente movía sus dedos sobre la pantalla de cristal líquido. 
- ¿Me permites que vea lo que has escrito? -preguntó el viejo maestro, interesado por aquella escritura tan novedosa. -¿Cómo se llama esta grafía? No parece latín.
Tomó en sus manos el iPad y comenzó a modificar el mensaje de Federico introduciendo letras y más letras, que parecían volar con el tacto de sus dedos ásperos.
"¿Por qué no has contestado mi mensaje? Te echo de menos. No te preocupes, nos vemos mañana. Te quiero mucho."
Federico lo miraba con estupefacción, sin atreverse a interrumpir los movimientos de aquellas manos que parecían expertas en el manejo del aparato.   
- Siempre he pensado que los mensajes y las ideas se transmiten mejor, cuanto más rico es el lenguaje con que se escriben, -dijo Gonzalo de Berceo, devolviendo aquella máquina diabólica a Federico. Este, desconcertado, apagó el iPad, lo guardó en su mochila y comenzó a caminar lentamente junto al anciano, bordeando las paredes del Monasterio.
- ¿Maestro, es verdad que aquí en Suso están enterrados los siete Infantes de Lara -preguntó Federico con curiosidad.   
José Ignacio Señan Cano


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